miércoles, 11 de noviembre de 2015

The Cookie Thief by Valerie Cox

A woman was waiting at an airport one night
With several long hours before her flight
She hunted for a book in the airport shop
Bought a bag of cookies and found a place to drop
She was engrossed in her book but happened to see
That the man beside her as bold as could be
Grabbed a cookie or two from the bag between
Which she tried to ignore to avoid a scene
She munched cookies and watched the clock
As this gutsy cookie thief diminished her stock
She was getting more irritated as the minutes ticked by
Thinking "If I wasn't so nice I'd blacken his eye"
With each cookie she took he took one too
And when only one was left she wondered what he'd do
With a smile on his face and a nervous laugh
He took the last cookie and broke it in half
He offered her half as he ate the other
She snatched it from him and thought "Oh brother
This guy has some nerve and he's also rude
Why he didn't even show any gratitude"
She had never known when she had been so galled
And sighed with relief when her flight was called
She gathered her belongings and headed for the gate
Refusing to look back at the thieving ingrate
She boarded the plane and sank in her seat
Then sought her book which was almost complete
As she reached in her baggage she gasped with surprise
There was her bag of cookies in front of her eyes
"If mine are here" she moaned with despair
"Then the others were his and he tried to share"
"Too late to apologize she realized with grief"
That she was the rude one, the ingrate, the thief.

jueves, 21 de mayo de 2015

Cine a medio día



Pensé que era buena idea almorzar en Cine Colombia, de todas maneras me encantan los perros y las crispetas del cine. La única película que había a las 12 del día era Mandarinas, una de esas independientes hecha en Estonia y Georgia. 

Éramos ocho personas en la sala. Las únicas jóvenes éramos una mona y yo. Ella salió cuando la película llevaba 10 minutos y me quedé con -me imagino- pensionados y críticos de cine.

La película no es particularmente entretenida, a veces un poco lenta y melancólica, pero tiene algo que la hace muy buena y no logro definir. Es especial. Me dejó una sensación de... ¿serenidad? ¿esperanza en la humanidad? no sé, o tal vez de nostalgia por la vida sin glamour, por la cotidianidad de alguien que vive en su pequeño mundo alejado de todo lo que a la mayoría nos parece imprescindible.

Ivo no le teme a la muerte, es un ser humano tranquilo, complacido, reservado y bondadoso. Es impasible y a la vez afectuoso. Tiene la combinación de defectos y cualidades con los que yo quisiera llegar a la vejez. Temo decir que la película es hermosa porque mi tío pintor me tiene prohibido calificar así una obra, dice que eso ofende a un artista. Así que, en conclusión, es una buena película para quienes cazamos moralejas.

Nota: ¿qué es algo "especial"? ¿qué resultará de preguntarle a varias personas qué entienden por "especial"? ¿habrá algún tipo de consenso?   

lunes, 27 de abril de 2015

Tremor

 


Todos desarrollamos reacciones pre-establecidas ante estímulos externos. Parece que a medida que crecemos experimentamos sensaciones por defecto; casi inevitables. Cada vez nos volvemos más pilotos automáticos de nosotros mismos.

Cuando me pongo muy nerviosa tiemblo, tiemblo fuerte, al punto de que no puedo sostener algo en las manos. Prendo un cigarrillo y con dificultad me lo llevo a la boca. Hay situaciones, verdades y confrontaciones que prefiero evadir para evitar sentir eso. Mi mente y mis palabras tratan de mantenerse objetivas y serenas pero mi cuerpo me delata con contracciones involuntarias, como si estuviera varios grados bajo cero.

Hay otra sensación que me acompaña desde que soy pequeña. A veces, cuando me despierto de repente antes de que amanezca, camino sigilosa y sin hacer ruido hasta la sala y miro por la ventana. En ese momento siento cosquillas en el estómago, como si una mano se metiera en mis entrañas y las agarrara fuerte, algo parecido a la sensación de nervios cuando algo muy bueno está a punto de pasar, pero mucho más intensa. No sé por qué siento eso, probablemente porque el silencio a las 4 a.m. es mucho más silencio que el de cualquier hora del día. Porque me siento cómplice del mundo como único testigo de lo que está pasando en ese momento, que generalmente es nada.

No me quedo a ver el amanecer porque cuando el negro se empieza a poner azul oscuro, la sensación de expectativa se convierte en ansiedad. El "azul reproche" del amanecer siempre ha producido en mí una melancolía inexplicable.