jueves, 16 de octubre de 2014

Enanismo insular


La naturaleza es tan magnífica e incomprensible que existen fenómenos como el enanismo insular, que consiste en que los animales que viven en espacios con recursos limitados, como las islas, reducen su tamaño tras generaciones como mecanismo de supervivencia. Ese es el caso, por ejemplo, de los animales de la isla de Borneo, un lugar con vegetación frondosa y exuberante pero pobre en minerales por condiciones históricas de los suelos. Allí, los elefantes, osos y rinocerontes son pigmeos

La semana pasada, mientras aprendía sobre la evolución y la isla de Borneo mediante un proceso de rigurosa observación (de Discovery Channel), no pude evitar pensar que a los humanos nos sucede una especie de "enanismo aspiracional" a lo largo de nuestra vida, que está dado por los límites de nuestras capacidades y de nuestras actitudes. Yo, por ejemplo, quería ser presidenta de la República cuando tenía como 14 años, pero los años poco a poco me fueron mostrando que no tenía el perfil, ni la convicción, ni mucho menos la energía para llegar hasta allá.

Es muy fácil darse cuenta de eso comparando lo que queríamos a los 15, a los 20, a los 25 -y así de cinco en cinco, o de diez en diez si le queda más fácil- con respecto a todo: la amistad, el amor, el trabajo, el ocio, la plata, la búsqueda de la felicidad. Hemos sido personas diferentes dentro del mismo molde; un molde que la vida empieza a recortar, unas veces con tijera de punta roma y otras con martillo.

¿Vale la pena ceder ante el enanismo aspiracional? Aquí las opiniones se dividen entre las personas que piensan que la felicidad consiste en disminuir las expectativas y las personas que miden su éxito a través de objetivos logrados. Los del primer grupo ganan tranquilidad pero pierden apasionamiento. Para los del segundo grupo, los logros entusiasman más pero, de la misma forma, las derrotas abaten el doble.

Respuesta: En este caso creo que la aborrecida tibieza puede ser una buena opción. No ver el vaso medio vacío ni medio lleno, sino verlo como está, lleno hasta la mitad. Y de pronto ponerle hielito, agua tónica y unas rodajas de limón.

*Nota: la palabra "aspiracional" no existe


1 comentario:

  1. Me gusta mucho esa idea. Otra opción es ni siquiera darse cuenta de que existe un vaso. Pasar y no mirarlo. Ser completamente ajeno a la idea del vaso.

    William George Ward hizo una clasificación parecida a la que hiciste: "El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas".

    Yo añadiría otra categoría: la del que confía y disfruta hasta la tormenta.

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